¿Qué debo tener en cuenta para lanzarme a un nuevo proyecto?

Sabemos que a la hora de iniciar un proyecto estamos llenos de expectativas, de miedos y de muchas ideas que nos rondan en la cabeza. Preguntas cómo, ¿va a funcionar?, ¿y si no funciona?, ¿y si nadie me apoya?, ¿de dónde voy a sacar para invertir?, son aquellas que tenemos constantemente en nuestro imaginario y que hacen que en muchas ocasiones perdamos el impulso que teníamos para emprender hacia nuestros sueños.

El astrónomo Massimo Tarenghi, reconocido por hacer parte de ESO, European Southern Observatory, en donde lideró el proyecto de construcción del Telescopio de Nueva Tecnología en Chile, nos compartió en nuestro Keynote ¿Cómo liderar a la humanidad en la conquista del espacio?, que, desde su experiencia personal, la parte más difícil de un proyecto es hacer que las personas crean en ti, pero ¿cómo logramos eso? Sencillo, creyendo en nosotros mismos y en nuestras habilidades, recordando que si bien en algunas ocasiones podemos tener un poco de suerte debemos trabajar duro por aquello que queremos.

En este sentido, a la hora de lanzarnos al agua con un gran proyecto que tenemos en mente, debemos ser conscientes de todas las implicaciones que esto trae, y tal como lo mencionó Tarenghi, hay algunas etapas por las cuales podemos pasar:

  1. Entusiasmo: comenzamos con la mayor motivación y energía, creemos que todo será perfecto y vamos a lograr nuestro objetivo sin contratiempos, pero por lo general no es así.
  2. Desencanto: empezamos a experimentar dificultades, en ocasiones errores de planeación o incluso las personas que nos apoyaron en un principio ya no quieren seguir haciéndolo.
  3. Pánico: tenemos miedo de haber perdido nuestro tiempo, nuestra inversión y de fracasar -como si esto fuera lo peor del mundo-. En ocasiones nos puede el orgullo y comenzamos a compararnos con el proceso de otras personas.
  4. Búsqueda del culpable: entramos en la fase de señalamiento, de buscar quién o qué hizo que nuestro proyecto no funcionara, nos ponemos en la búsqueda activa de agentes externos que creemos que pausaron nuestro éxito, pero pocas veces nos detenemos a analizarnos a nosotros mismos como uno de los posibles culpables.
  5. Castigo del inocente: decidimos echarle la culpa a alguien más de nuestro “fracaso”, pensamos que castigando y alejando a determinada persona del proyecto vamos a volver a resurgir; en ocasiones hacemos esto sin evaluar a fondo lo que está sucediendo.
  6. Recompensa: es la etapa más importante y la que todos esperamos. Solo podemos llegar a este punto reconociendo fortalezas y debilidades tanto internas como externas, reconociendo que el camino al éxito no es una línea recta y que en cualquier momento debemos cambiar la forma de ejecución.

Todos en algún momento vamos a experimentar frustración en el desarrollo de un proyecto, lo importante es reconocer que esto hace parte del trayecto y que gracias a esto estamos formando un camino al éxito mucho más satisfactorio. 

Por eso, desde Westfield Business School queremos transmitirte que como escuela estamos comprometidos contigo, con tu formación y con ser aquellos que te guíen en el desarrollo de todos aquellos proyectos y sueños que siempre has querido ejecutar. Los estudiantes son nuestra razón de ser y por eso el éxito de cada uno de ellos  es el éxito de nosotros como Escuela.

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